No eres tú, soy yo

NO ERES TÚ, SOY YO

No eres tú, soy yo, que no me acostumbro a que todos los años hagas lo mismo, dejándome en este estado inerte que tanto aborrezco, lleno de anhelos de lo que fue y lo que me gustaría seguir siendo. Te vas, de una manera tan abrupta que apenas da tiempo a recomponerse, a pesar de ser una muerte anunciada, a pesar de tener fecha y caducidad por todos conocida.

Pero hoy, casi a mis 40 años, descubro que no eres tú. Soy yo, que me lleno de miedos y obligaciones justo cuando te vas. Que me cargo con responsabilidades mías y de otros, que pienso más lento y beso más rápido. Que me enfundo de trajes oscuros y opacos, que elimino el dorado de mis prendas y de mi piel. Que doy por perdidos mis tiempos y mis espacios, y permito que los ocupen otros. Soy yo, pero con más prisas, con más cansancio, con menos sal en el cuerpo y más azúcar en el café. Soy yo, pero a las 6 de la mañana, con más ojeras, ralentizada por este sueño que me falta.

Soy yo, con cuatro capas de más que ocultan justo las partes que me hacen sentir más atractiva, y dan protagonismo a la palidez de mi rostro y el calor azulado de mis manos en los días más fríos.

No eres tú, soy yo, la que sustituye la fotografía por un ordenador, la que vende sus pasiones por horas de sueño, la que convierte sus conversaciones en prolongaciones de duros días de trabajo.

Soy yo con un saco que no sé vaciar a su debido tiempo, que va inmovilizando mis ganas y mis sueños, que va dejando ese ser inerte que solo se recupera cuando vuelves. Pero hoy, que escribo bajo este sol que casi calienta tanto como hace un mes, me doy cuenta de que soy yo la que se va cada 21 de septiembre. Hoy sé, que no eres tú, soy yo, y que si me lo propongo podrá seguir siendo verano incluso en invierno.