MODO ESPERA

01.09.2024

El rellano se convierte en la sala de espera de mis horas muertas. Los tiempos vacíos, que pierdo entre el frigorífico y el sofá. Un paréntesis que comienza entre tu llamada y finaliza en la hora acordada. Los planes del día anterior se desvanecen por la casa. Quedan esparcidos por las paredes, por el suelo, esperando a que los retome. Quizás cuando vuelva. Quizás se volátilicen como el perfume con el que me rocío 3 horas antes, o se vuelen por la ventana siempre abierta. Me maniato a tu plan, que ahora tb es mío, aún sabiendo que absorberá mis minutos y segundos dejándome postrada en modo espera. Cuál aeropuerto pero sin billetes de ida, ni tampoco de vuelta. Los reproches me persiguen por las escaleras. Lo hacen siempre, tanto si cedo a tu plan como si no lo hago. Es mi penitencia. El debate que siempre vuelve a mi cabeza. Las ideas, las frases inconclusas quedan suspendidas en algún punto de esta habitación junto a Los acordes malsonantes de mi guitarra. No hay retorno. No siempre se vuelve al mismo punto, ni a las mismas ganas. A la misma nada. Se descochan las paredes que me aguardan en este habitáculo vacío. Se desprenden los papeles pintados. Son las puntas de arriba las que encabezan la decadencia. Por debajo, los roces de los zapatos mal puestos contribuyen con disimulo. Mi aliento se va al unísono del aire que entra por la cortina. A diferencia de él, nunca regresa. El tiempo no habitúa a pasar por mi casa como en todo patio de vecino…

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